viernes, diciembre 08, 2006

La chiche al poder




Desde el primer piso del hotel Pánuco* se miran los autos pasando veloces por la calle de Ayuntamiento. A espaldas de este edificio se encuentra el mercado de artesanías de La Ciudadela y la plaza del mismo nombre. Ella se asoma por la ventana con las tetas al aire. Se mesa los cabellos enseñando, al mismo tiempo, sus axilas semidepiladas, húmedas, de esa humedad sabor a sal. Es una afrodita citadina.
Los muchachos de la escuela vocacional arman un alboroto de los mil diablos y le gritan desde la planta baja, le piden que enseñe más, desean que la ventana se agrande y permita ver el vello abundante que le puebla el sexo fresco, húmedo. La encueratriz espontánea ha logrado congregar un buen número de curiosos. Los fisgones ofrecen sus servicios sexuales a cambio de que ella baje. Nadie se ofrece a subir. En el fondo le temen.
Hoy día, muchas mujeres enseñan las tetas en encuentros de fútbol, en conciertos masivos, en reventones y todas ellas infunden respeto entre los hombres en su rededor. Tal vez este sea un síntoma de cambio, quizá las tetas hayan abandonado su pudibundez y poco a poco ingresen al nivel de enseñables sin tapujos; así como las piernas y su cómplice la minifalda, creada hace más de cuatro décadas por la inglesa Mary Quant.
Reconozcamos la aportación de la cantante de tex-mex, Selena, quien popularizó entre la raza de bronce el uso de brassieres decorados con pedrería (bustie), inaugurando con ello una moda que propuso exteriorizar la ropa interior; algo similar a los calzones del héroe Supermán encima de las mallas.
En el transporte público las jóvenes muestran las protuberancias otorgadas por la madre naturaleza, a través de botones de blusa desabrochados, escotes prominentes, busties al estilo de Selena recubiertos con pedrería barata y bajo la única salvaguarda de un suéter pequeño de mangas hasta los codos. Titis las hay de todas las formas y pueden adivinarse consistencias a pesar de la magia del bra maravilloso que levanta, infunde firmeza, expande, contrae, disfraza o esconde.
Las tetas han salido del clóset y se pasean libres por la calle en un mundo que durante mucho tiempo las mantuvo cautivas en fotos prohibidas, en películas memorables como Amarcord (1973) de Federico Fellini, quien inmortalizó a la actriz italiana Maria Antonietta Beluzzi (1930-1997) como la memorable “tetona”.
Las chicharronas, presas de brasieres tiranos, símbolos de una sociedad que bien puede exhibir las miserias de un panzón descamisado y, al mismo tiempo, condenar la libertad femenina a mostrar la belleza de su pecho nunca comparable al del taquero jalisquillo: peludo y colgado. La chiche reclama su lugar en la historia y en el arte. Los propios relojes aguados de Salvador Dalí parecieran ser un homenaje al tiempo que inexorable condena a la ley de la gravedad aquello que pende del cuerpo humano, en particular el femenino. Las mismas Torres Petronas en Kuala Lumpur, Malasia, son senos alargados apuntando al infinito, tal es el caso de nuestro glorioso Monumento a la Revolución en la colonia Tabacalera del D.F.
Poco a poco, las mujeres queman los sostenes y sueltan a las “nenas” para que disfruten del sol —recomendado para evitar cánceres de seno—, se motivan para enseñar a ese bonito par que deleita a la concurrencia. Hoy abundan las blusas ajustadas, las playeras que se adhieren a los pectorales de las féminas. A ellas, a las damas, ya no les importa el tamaño de sus senos, ése es asunto del pasado. Las mujeres de hoy aceptan su cuerpo, se saben poseedoras del poder de la súper chiche, sea chica o sea grande, pezón de cono o de areola rosada o morena. Al mostrarse y aceptarse están rompiendo los estereotipos y dan la lucha contra la cara de sostén del machismo.
No es gratuito que la actriz Sabrina se preocupe diariamente por incrementar la voluminosidad de sus senos, ella se sabe hermosa, más allá de perversiones y prejuicios de cada quien. La actriz porno y parlamentaria italiana Ilona Staller, mejor conocida como Cicciolina, hacía campaña política con los senos al aire, y se hizo, a cambio de un buen número de toqueteos, de igual número de votos. “En México, 1971 fue el año del festival de Avándaro, una feliz forma de desordenar la realidad”, escribe Juan Villoro en su artículo El 71 en 2006. Avándaro fue el festival de rock y ruedas que agasajó la pupila de chicos y grandes con las bellas tetas de la famosa “Encuerada de Avándaro”.
Bellas de noche (1974) y Las ficheras (1976), películas dirigidas por Miguel M. Delgado, son representativas del cine de ficheras, género que creció al amparo de un sexenio Lópezportillista (qepd el autor) que contribuyó al destape, a la liberación del peluche y a la exhibición sin pudibundeces de la pechuga femenina. Hoy el peluche y el destape regresaron a ser patrimonio de la humanidad, volvieron a socializarse:
— ¡Te lo debemos José! —agradece la masa enfebrecida.
Ciertamente, la chiche se encamina al poder en tanto asoma sus pequeños ojos-pezones al entorno de una sociedad en permanente cambio. Las nenas, pinky y cerebro, las gemelas, las chichitas, las titis… son un tema que inquieta a sociólogos, politólogos, semiólogos, arqueólogos y especialistas de otras muchas disciplinas.
Algunas de las mujeres de cuerpo de exhibición de los años 70's y 80's fueron conocidas en México gracias a la imprescindible Interviú pero, también, gracias a la revista Su Otro Yo, dirigida por Vicente Ortega Colunga,—en esta revista colaboró nuestro amigo Emiliano Pérez Cruz— la cual publicó reportajes de Susana Estrada, Jenny Lada y alguna otra.
Para finalizar, aclaremos el destino de la nena que con total desparpajo enseñaba sus sabrosos pectorales a través de la ventana del hotel Pánuco, a quien le sucedió igual que a la Eva del maestro Joaquín Sabina:

A Eva le gustaba estar morena

y se tumbaba cada tarde al sol,

nadie vio nunca una sirena

tan desnuda en un balcón…

…Un juez que se creía Dios dispuso

que precintara un guardia nuestro piso

no quedan plazas para dos intrusos

en el Paraíso…



*Mera propaganda y homenaje al sitio de sano esparcimiento.

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México, Estado de México, Mexico
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