miércoles, junio 22, 2011

Cambio

Ricardo Medrano Torres

Este mundo es más grande y más profundo
desde sus nervaduras, los símbolos escuchan
son maquinales las últimas caricias.
Un disparo en el eco de la piel nos duele
—Página oculta es tu más fina cicatriz—
¿Cuánto valen estas horas aciagas?
Estoy dispuesto a almendrarme el alma
a través de este paso cada vez más terco
sendero bifurcado lengua-harapo
canto lánguido de mujer que da la vida.
Vidas erráticas de barco nos separan.
Me aferro a este polar retoño
a esta sala enmudecida.
Desde aquí viajo por las hertzianas voces
que el vecino comparte.
Aceitaré estos huesos
iré a la guerra con la diestra
para que no me encuentre pálido la muerte
para que siga de largo por el túnel
y me retarde el circo de partir.

lunes, junio 13, 2011

Marcha de las p…

Ricardo Medrano Torres

Tuyas tus tetas
tuyas tus nalgas
tu espíritu rebelde
naturalmente dado

Hada y lanceta
flecha y sangre
que antes de herir
adormece

Mil veces mujer
cientos de veces origen
una sola mujer
perpetua
nace desde los ojos de todas
de las voces que desean y permanecen
como tú, a la espera de la lluvia
reparadora y fresca
agua de vida en esta ciudad
hecha con trozos de tu espíritu

Que siempre griten con fuerza
los ángeles bajo tu falda
sobre tu airoso cabello
que tiene el olor de la vida
en cada paso y en cada consigna.

martes, junio 07, 2011

Payasos

Ricardo Medrano Torres

Tenían los rostros pintados
decorados por el humo negro
de la flama escupida.

Se daban besos
y tragos a su cerveza Victoria.

Él fumaba cigarros sin filtro
sus arrugas atrapaban pintura
barbas crecidas.

De crucero en crucero
ganaban unos pesos
para amarse y para sus vicios.

Se amaban con sus cabellos rubios
y su traje y su bote de gasolina.

Él la tomaba por las nalgas
le acariciaba los senos y lamía su cuello.

¿Puede haber algo más sensual
que un par de payasos besándose
en el basurero frente a tu casa?

Si su madre los hubiera visto
Tal vez se moriría de risa.

Los payasos se dan besos
y tragos a su cerveza Victoria.

lunes, junio 06, 2011

La pena de Socorro

Ricardo Medrano Torres

Qué pena la de Socorro:
tener un hijo bizco
y envejecer al lado del hombre
que la golpeó una tarde de viernes
en la glorieta del cine.

Pena porque sus generosas nalgas
se marchitan con apenas
sesenta años de existencia.

Su marido lava el auto los domingos
Fastidiosamente.
Tal vez recuerda el generoso culo
de su mujer en una habitación
del hotel de la glorieta
en manos de un joven tablajero del barrio.

Qué pena la de ambos:
vivir juntos por siempre
y tener un hijo bizco.

Ella no mentía

Ricardo Medrano Torres

Ella no mentía ni fumaba yerba.
Era menuda, casi escuálida;
“tiene cuerpo de perra”
—decían sus amigos.

Bien pudo llamarse Penélope
o Patricia o Hildegunda,
pero prefería no tener nombre.

Dijo que la palabra “Amor” tenía dos sílabas
tan insignificantes como pecado
o suciedad de perro.

Ayer la arrolló un vehículo,
su cráneo se vació
en un solo estallido,
fue el big-bang de la muerte.

Sus amigos seguro la extrañarán
porque no mentía ni fumaba yerba,
aunque “tenía cuerpo de perra”.



Acerca de mí

México, Estado de México, Mexico
01800duerme